
Pero la realidad es bastante distinta. El soldado obedece al cabo porque no tiene opción. El cabo ordena al soldado porque no tiene opción. Si el soldado no cumple con las órdenes, se lo castiga. Si el cabo no ordena, se lo castiga. El teniente observa el comportamiento de los cabos a su mando. Si uno de ellos no cumple con lo que se supone que tiene que cumplir, lo debe castigar. Si no lo castiga, el capitán, que está por encima suyo lo va a castigar. Por tanto sucede lo siguiente: el militar castiga a su subalterno porque de no hacerlo, corre el riesgo de ser castigado él mismo.
Ahora bien, las mentes fantasiosas imaginan lo siguiente: si los hombres bajo la cadena de mando militar se dieran cuenta de este proceso, entonces podrían romperla. Si por ejemplo, los hombres de un pelotón que esta luchando en una guerra o reprimiendo una manifestación popular o lo que sea, se dan cuenta de la injusticia de sus acciones entonces pueden decidir de común acuerdo en dejar de obedecer. Este tipo de razonamientos es consecuencia de analizar un problema de manera idealizada.
Pero pongámonos en el lugar del soldado. Vos sos un soldado y te mandan matar a alguien. Vos no estas de acuerdo. Sabés que los camaradas de tu grupo tampoco lo están. Sin embargo, ¿vas a ser el primero en negarte? Si lo hacés corres el riesgo de que tus camaradas te denuncien y eso podría significar un castigo bastante severo, incluso podrías ser ejecutado. Así que decidís callarte y esperar a que otro tome la iniciativa. Supongamos el caso dudoso de que alguno junte el valor y tome la iniciativa de negarse a obedecer las órdenes. ¿Qué vas a hacer vos? Tenés 3 opciones: una, sumarte al desertor. Dos, no sumarte y callarte la boca. Tres, denunciarlo. La más segura para vos es esta última. Si te sumas al desertor, arriesgás ser delatado y probablemente ejecutado. Si te callás, la boca podes ser acusado de cómplice. Si lo denunciás, te salvás. Pensá lo siguiente: incluso aunque decidas unirte al desertor, no podes estar seguro que los demás no te van a denunciar.
No solo los soldados de bajo rango están atrapados. Si por ejemplo un mayor recibe órdenes de un teniente coronel de que debe por ejemplo matar civiles, el mayor no necesita estar necesariamente de acuerdo con la acción ni creer en la autoridad de su superior. Sin embargo lo más probable es que cumpla por miedo a represalias. Si no lo hace, o cumple la acción con menos severidad podría ser denunciado no solo por sus superiores sino por sus inferiores. El capitán puede decidir que lo mas seguro es denunciar al mayor que no cumple estrictamente con las órdenes. Si no lo hace podría ser acusado de cómplice. Vemos que lo que sostiene en ultima instancia a la cadena de mando militar es el miedo que se tienen los soldados unos a otros. Cualquiera es un posible enemigo. Es imposible confiar en el otro sencillamente porque uno no puede estar seguro de lo que uno mismo haría.
Esto se aplica independientemente de que los soldados estén convencidos o no de lo que están haciendo.